CUADRO PALEOCLIMÁTICO-CULTURAL BÁSICO.
En el pleistoceno medio se producen las formas culturales del paleolítico
inferior, con sus complejos de bifaces que sustituyen paulatinamente a los de
cantos tallados. La glaciación de Mindel (que pudo extenderse hace 650.000 a 300.000 años)
es una etapa prolongada de clima semiárido y fresco: no muy frío al principio y
con fases bastante rigurosas y secas al final. En el interglaciar Mindel/Riss (300.000 a 250.000) se
desarrollan en la Europa
meridional diversas especies arbóreas de hoja caduca y plantas termófilas. La
glaciación de Riss se produce aproximadamente entre los 200.000 y los
135.000-125.000.
En el pleistoceno superior se da la transición del paleolítico inferior
al medio (Riss/Würm), el paleolítico medio y el paleolítico superior (a lo
largo del Würm). El interglaciar Riss/Würm dura unos cincuenta mil años (125.000 a 80.000 a.C.) y es etapa
calurosa: en la cornisa cantábrica se caracteriza por las formaciones de bosque
y por especies como el rinoceronte de narices tabicadas y el ciervo. La
glaciación de Würm (de 80.000
a 8.500
a.C.) se subdivide en el sudoeste de Europa en cuatro
etapas agrupadas en dos bloques: antiguo (Würm I y II), correlativo a la
cultura del paleolítico medio, y reciente (III y IV), en el paleolítico
superior.
La oscilación Würm I y el interestadio Würm I/II (80.000 a 55.000) presentan
respectivamente un clima frío y húmedo (con formaciones estalagmíticas en la
cueva del Castillo) y una situación atemperada con bosques de caducifolios.
El Würn II (55.000
a 35.000
a.C.) parece ser en toda la Península de frío
acentuado: están presentes el mamut y el rinoceronte lanudo, es baja la
proporción de arbolado y se ha extendido un paisaje estépico por muchos
lugares. Lo que parece forzar a las gentes musterienses a buscar el refugio de
cuevas y abrigos. El análisis de micromamíferos presentes en la cueva de la Carigüela (Piñar,
Granada), yacimiento musteriense del Würm II, revela condiciones de frío
extremado: descendiendo las nieves perpetuas de sierra Nevada hasta la cota de
los 1.500 m.
En el área inmediata a ese yacimiento granadino se han podido cuantificar los
diversos pisos de vegetación entre los 800 (Carigüela está a 1.000) y los
2.500: el dominado por el bosque esclerófilo
mediterráneo
(ocupando el 8,4% del área considerada), el bosque caducifolio (46,7%),
un piso de coníferas de
montaña y de estepa fría (33%: donde está Carigüela) y el área de desierto frío
de alta montaña, de real tundra (ocupando el 11,7%), ¡con una extensión 35
veces superior a la actual!.
El interestadio Würm II/III parece ser muy húmedo y atemperado, o húmedo
y cálido. No controlado aún en suficientes yacimientos (pues parece que muchos
depósitos de la época fueron fuertemente erosionados), en Cantabria muestra
la reinstalación del bosque templado,
con abundancia de ciervo y de Rhinoceros/Dicerorhinus hemitoechus.
En las oscilaciones Würm III y IV (entre, aproximadamente, 32.000 y 8.200 a.C.) se suceden las
formas culturales del paleolítico superior: auriñaciencese típico y
gravetiense, solutrense (en parte dentro del interestadio Würm III/IV) y
magdaleniense. El Würm III es de clima estépico, con baja proporción de
especies arbóreas; presenta algunas evidencias zoológicas y alteraciones de los
depósitos en cueva propias de mucho frío. La transición Würn III/IV se situaría
entre 18.500 y 15.000 a.C..
Uriarte (El clima y la cultura magdaleniense): “Durante el
Paleolítico Superior Europa sufrió un clima altamente inestable, en los que se
pasó con altibajos y brusquedades del clima muy frío del último máximo glacial,
hacia el 22.000 BP, al clima templado y relativamente estable que ha imperado
en los últimos 11.500 años...
Los modelos
climáticos de aquellos milenios de transición parecen indicar que los vientos
del sur y del suroeste que soplaban durante el invierno en la región
cántabro-aquitana eran en aquel tiempo más frecuentes de lo que son hoy. El
aire que atravesaba la
Península procedente del suroeste perdía humedad y se
calentaba de forma notable por efecto föhn al bajar al Cantábrico y a la Aquitania, tal y como
ocurre en la actualidad. De esta manera, en la región cántabro-aquitana el
frío invernal quedaba muy atenuado, creándose una zona refugio de clima más
benigno para la fauna y para los seres humanos...
Los vientos
oceánicos del suroeste impulsaban masas de aire marino sobre la Meseta, produciendo
abundantes nieves en ella y en sus estribaciones montañosas, especialmente en
las vertientes meridionales. A pesar de venir el flujo del suroeste, la
precipitación invernal era en forma de nieve y no de lluvia debido a la bajas
temperaturas que prevalecían entonces en aquellas latitudes del Atlántico
Norte, en donde la corriente del Golfo no estaba operando como hoy. En estas
condiciones invernales, la supervivencia humana en el interior de la Península Ibérica
tuvo que ser muy difícil.
Francia, exceptuando
la región aquitana y la vertiente norte de los Pirineos, tampoco sería
habitable en invierno. Las llanuras del norte del país galo sufrían unos
inviernos muy fríos, debido a los blizzards que soplarían en las proximidades
del manto de hielo Finoescandinavo. Por el este, el Macizo Central francés,
cubierto por el hielo, formaba también una barrera climática para la gente que
vivía en la región aquitana. Sin embargo es posible que en verano, con una
insolación en el Younger Dryas superior a la actual, estas tierras norteñas
fueran visitadas por cazadores nómadas venidos del sur”.
Arsuaga (Los glaciares): “Los efectos del último máximo glacial
(20.000 a
17.000 BP) no fueron los mismos en todas partes, por ejemplo, los glaciares del
norte de la Península
retrocedieron en lugar de avanzar, ¿la explicación?, pues que para que se
desarrollen los glaciares hace falta que se cumplan dos condiciones: que nieve
durante el invierno, y que no haga demasiado calor durante el verano. Como
ahora, la precipitación era mayor en el oeste que en el este de la Península, y en el norte
mayor que en el sur. Este gradiente de precipitaciones, unido al gradiente de
temperatura, explica que la cota inferior de las nieves perpetuas ascendiera de
este a oeste y de norte a sur. Así, en la Iberia meridional sólo las altísimas montañas de
Sierra Nevada albergaron glaciares.
Es posible que
hace 50.000 años hiciera menos frío que hace 20.000, pero sin embargo hacía el
suficiente en los meses de verano como para que no se derritiera el hielo; si
además la precipitación era mayor los glaciares tendrían una mayor extensión.
Tal vez lo que caracterizó al máximo glaciar de hace 20/17.000 años en la Península fue un frío
terrible unido a una gran aridez”.
En los últimos diez años se está reuniendo bastante información (en
análisis de sedimentos, fauna y pólenes o esporas) para determinar el cuadro de
oscilaciones del Würn IV, o tardiglaciar, en la cornisa cantábrica. El modelo
de referencia establecido en Aquitania –con tres pulsaciones frías (Dryas I, II
y III), entre las que se intercalan dos oscilaciones muy templadas (Bölling y
Alleröd)- es ya normalmente utilizado entre nosotros. Los Dryas I y II ofrecen
un paisaje relativamente estépico y de media humedad (o de estepa-parque), con
proporción discreta de arbolado. En la oscilación de Alleröd (entre 9.850 y
8.850-150 a.C.)
se inicia la transición cultural del magdaleniense final al epipaleolítico
(aziliense): proceso que tiene desfases, dilatándose durante cerca de dos mil
años. Se acelera la transgresión marina, aumentan fuertemente las temperaturas
y la humedad ambiente expandiéndose algunos bosques claros de especies de hoja
caediza (tilo, robledal / haya, aliso). Los estudios de paleotemperaturas del
Mediterráneo detectan el calentamiento “brutal” que se da en esta oscilación;
en Bretaña se han calculado temperaturas medias superiores en unos 3º a las
actuales. La última pulsación del tardiglaciar, el Dryas III (8.850 a 8.050+-150 a.C.) es bastante corta,
fría y seca, con una ligera recesión del arbolado.
Algunas regiones peninsulares han acogido especies que, extinguidas
hacía tiempo en otras partes de Europa, perduraron aquí durante milenios. Tal
es el caso de Ursus spelaeus deningeri, de un équipo de aspecto arcaico,
o de Pliomys lenki, que viven en Lezetxiki aún en el Würn avanzado; o
del rinoceronte de Merck y el elefante de piel desnuda, que siguen estando
presentes en el Würn I del abrigo Mollet, o de Equus hidruntinus, que se
da en la estratigrafía de la
Arbreda desde interestadio Würm I/II hasta avanzado el Würm
III (en el gravetiense).
En el holoceno, o posglaciar, se suceden las fases del preboreal (8.050 a 7.050+-150 a.C.) y del boreal (7.050 a 5.500,
aproximadamente), durante el desarrollo cultural del epipaleolítico (mesolítico).
Dentro de la fase siguiente, el atlántico (5.500 a 3.000 ó 2.500 a.C.), se expanden
las novedades del neolítico en circunstancias climáticas de relativo
enfriamiento y de aumento de la pluviosidad. En la fase subboreal (2.500 a 800/700 a.C.), el
clima es muy similar al del presente: en esa etapa, en el eneolítico, y
posterior desarrollo de la edad del bronce, se asientan en todo nuestro
territorio las formas de vida pastoril y agrícola.
VARIOS:
Boletín nº 4 – Junio 2002,
páginas 25-26: Cubía, Cronología de las referencias hidrogeológicas en torno al
karst de Ojo Guareña... 1994 “Plan de ordenación de los Recursos Naturales del
Espacio Natural de Ojo Guareña” en el que se definen los regímenes
termométricos y pluviométricos del Karst basados en los datos obtenidos de las
estaciones de Villarcayo, Quisicedo, Quintanilla del Rebollar y Quintanilla
Valdebodres.
Climáticamente la zona de estudio
queda definida como un área de transición entre el clima mediterráneo con
matices continentales propios del interior de Castilla, y el clima
característico de la montaña oceánica.
El período invernal es largo y
riguroso siendo 6 los meses con una temperatura media inferior a los 10ºC. Los días de helada al
año se sitúan en 80 aunque el período de probabilidad de helada se extiende a
210 entre los meses Octubre a Mayo.
Los veranos son cortos y
templados sin llegar a los 20ºC
de media, aunque en los meses de Julio y Agosto las temperaturas máximas
absolutas pueden llegar a los 35ºC
y, aunque en esos mismos meses las mínimas pueden estar en 4 ó 5ºC dando idea de las fuertes
oscilaciones térmicas.
Las precipitaciones son
abundantes superando las tres estaciones cercanas al karst los 1.000 mm anuales.

Figura 45. Escala
de polaridad del campo magnético terrestre en los últimos tres millones de
años.
